Ona Pérez, entrenadora de waterpolo femenino del club Lautada de Vitoria, ha mamado este deporte desde que nació. A lo largo de sus 25 años de vida ha aprendido los secretos del waterpolo desde el punto de vista de jugadora y entrenadora. Aunque es consciente que es un mundo muy complicado, hoy en día es su vocación y su profesión.
Su padre Sergi, entrenador profesional, le ha enseñado desde pequeña a comprometerse con lo que hacía, con la preparación y los partidos. Un deporte muy exigente con entrenamientos diarios y partidos los fines de semana donde la vida social se reduce.
En su familia se han movido siempre por el waterpolo. A los siete años cambió Barcelona por Bilbao y a los dieciséis se trasladó a Irún de nuevo por el trabajo de su padre. Ha jugado en varios clubs vascos y en la selección de Euskadi. Desde hace tres años entrena al equipo femenino en el club Lautada de Vitoria, donde Ona ya jugó hace varios años.
Desde pequeña has visto jugar a tu padre a waterpolo. ¿Cómo te lanzaste tú a la piscina?
Empecé muy pequeñita a ver los partidos de mi padre. Él fue quien me dio mis primeras clases de natación y luego empecé con los cursillos poco a poco. Fue mi primer entrenador.
Cuando íbamos en verano a la piscina, yo hacía tabla para arriba y tabla para abajo mientras los otros niños jugaban.
¿Practicaste otros deportes en aquel momento?
Si, los típicos de extraescolares. El deporte siempre me ha gustado, pero me quedé con el que más me interesaba y he visto en casa.
¿En qué club empezaste a jugar?
En Bilbao, en el club Askartza. Empecé con chicos. Todavía no había equipo de chicas y fui subiendo poco a poco.
¿Qué te decían tus compañeros de colegio sobre que jugaras al waterpolo?
No recuerdo mucho sobre eso, pero sí que de mayor algún compañero de clase me comentó que en clase olía a lejía. En realidad era yo, que olía a cloro. Al entrenar tantas horas el olor se queda en la ropa, en el bañador… Nos pasa a todos. Mi madre nos decía que tenía ganas de que dejáramos de ir a la piscina por el olor.
¿Si tu padre no hubiera sido waterpolista, crees que tú te hubieras dedicado a ello?
No, porque es un deporte minoritario. En Barcelona sí que es un deporte muy conocido, pero si hubiera nacido aquí en el País Vasco, creo que no me hubiera dedicado a ello.
¿Quizás ni siquiera hubieras llegado a conocer el waterpolo?
Eso es. Por ejemplo, cuando conocí a mi pareja hace dos años y le dije que era entrenadora de waterpolo me miró con cara rara. Pensaba que eran cuatro locos que se juntaban para ir a las Olimpiadas y que el resto del año no se jugaba.
Hace tres años me llamaron del Lautada y me dijeron que tenían como proyecto sacar un equipo femenino
¿Cómo fueron tus comienzos como entrenadora de waterpolo?
Fue mi padre el que me propuso que le ayudara de vez en cuando. Él entrenaba en Irún y no podía con todas las categorías. Pero no me pagaban ni nada.
Empecé ayudando con los niños pequeños. Me vio el coordinador del club y me dijo que si me sacaba el título de monitora y socorrista, me podía dar horas. Y así empecé.
¿Cómo llegaste a tu club actual, el Lautada?
Hace tres años me llamaron y me dijeron que tenían como proyecto sacar un equipo femenino. El objetivo era que con una figura femenina como yo se apuntaran más niñas.
Cuando yo llegué solo había cinco jugadoras. Poco a poco se fueron apuntando más chicas de natación y ahora somos once. Hay más infantiles, pero todavía tienen que subir.
¿Cuántos días entrenáis a la semana?
Todos los días. Entre hora y media y dos. Y además los partidos sábados y domingos.
¿Contra quién jugáis los partidos?
En Vitoria es un deporte minoritario, aquí solo estamos nosotras. Jugamos con equipos de Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, Burgos y Cantabria.
¿Qué es lo más importante a la hora de jugar al waterpolo?
La resistencia. En los partidos siempre estás con el balón o con un contrincante al lado.
¿Hay que tener condiciones físicas especiales para jugar al waterpolo?
No, puede jugar cualquiera. Si saben nadar, mejor.
¿Qué características tiene que tener una persona que se dedique al waterpolo?
Paciencia y dedicación. Como no hay muchas chicas, tengo jugadoras que están jugando en tres categorías a la vez. Llega un momento de la temporada en que no pueden más. Por ejemplo, hace un par de semanas tres chicas tuvieron que jugar dos partidos en la misma tarde.
¿Cómo motivas a tu equipo con este nivel de exigencia?
Yo las entiendo porque también he vivido eso. Lo enfoco por el lado bonito diciéndoles que tenemos un objetivo para final de temporada y que vamos a cumplirlo. Ahora a mitad de temporada es complicado porque llevamos jugando desde octubre sin puentes ni nada.
¿Qué aprenden los niños jugando en equipo?
Las chicas mayores ya lo saben. A los pequeñitos les enseñamos que somos un equipo y que si falla, uno fallan todos y si uno mete muchos goles, gana el equipo. No es porque ese sea muy bueno. Ese jugador sin nadie, no podría. El deporte en equipo ayuda para su trabajo el día de mañana.
Hoy en día muy poca gente se dedica exclusivamente al waterpolo
¿Cambia la situación desde el punto de vista de jugadora al de entrenadora?
Mucho. Pero está siendo una experiencia muy bonita. Las entiendo, al ser chica para ellas es más llevadero y me cuentan más cosas.
¿Qué es lo que más disfrutas como entrenadora?
El ver a las chavalas, la sintonía que tienen entre ellas, el grupo, las bromas que se hacen entre ellas…
A veces les echo la bronca y me veo a mí misma haciendo lo mismo no hace mucho tiempo. Hace cuatro años prácticamente yo estaba como ellas.
¿Te ves en el futuro como entrenadora?
Sí, pero es un mundo muy complicado. Es un mundo lleno de hombres y más aquí. Es imposible dedicarte exclusivamente a esto.
Ahora sí porque soy joven y no tengo cargas familiares. El día de mañana si quiero tener mis hijos, tendré que elegir. Hoy en día muy poca gente se dedica exclusivamente al waterpolo como lo hace mi padre. Y cuesta llegar a final de mes. Es triste, pero esta es la realidad.
¿A dónde te gustaría llegar como entrenadora?
Si me lo hubieras preguntado con dieciocho años, te hubiera dicho que me gustaría llegar a ser entrenadora de la selección española.
Pero ahora mismo lo que más me gustaría es formar mi propio club de waterpolo. Empezar algo de cero en una ciudad. O que hubiera un proyecto en un colegio para empezar con niños desde pequeños. Dar a conocer más el waterpolo.
¿Cómo está ahora mismo el waterpolo femenino en el País Vasco?
Está creciendo muy rápido. En Leioa están muy bien, una de sus jugadoras estuvo con la selección española el año pasado. En Navarra también juegan en Primera.
¿Qué crees que hace falta en Vitoria para fomentar el waterpolo?
Que se conozca más. En Irún hay más chavales que aquí en Vitoria. En Vizcaya se juega casi en cada piscina.
Nosotros hacemos campus de chicas en verano y mixtos en Navidad, Semana Santa y septiembre.
¿Funcionan los campus para llamar la atención a las chicas?
Se apuntan muchos niños. Chicos tenemos, pero necesitamos más chicas. Lo más difícil es que una vez que les interesa, se queden.
¿Qué tal tu experiencia dando charlas en los colegios con Fundación Vital? ¿Has visto interés por parte de los alumnos?
Sí que les interesa. A los niños les gusta mucho el agua, el balón, la portería. Aunque sí que es cierto que piensan que a eso solo se dedican los chicos.